MI ESPACIO PARA DIVAGAR

viernes, octubre 28, 2005

Eddie Palmieri Tropicalizó Cambell Hall

Existen distintos foros en el área de Santa Barbara en los que se presentan conciertos de talla internacional. La oferta de entretenimiento es variada y dinámica a lo largo del año en este pueblo costero californiano. Por nombrar algunos escenarios significativos, se encuentran el Santa Barbara Bowl, los teatros Arlington y Lobero, y finalmente Cambell Hall, de la universidad de California en Santa Barbara. Éste último, aunque no de los más espaciosos, ofrece la más variada cartelera de eventos, presentando artistas internacionales, y exponiendo las artes escénicas de los cuatro puntos cardinales del globo, gracias al trabajo arduo del equipo de "Arts and Lectures". En esta ocasión el jazzista latino Eddie Palmieri y su espectacular orquesta dominaron el escenario universitario, rompiendo el silencio otoñal de la tarde, e inundando el recinto con aires del tropico puertorriqueño, donde este ecléctico pianista tiene raices. Nacido en el sur del Bronx neoyorquino, Palmieri creció en uno de tantos hogares boricuas extirpados de "la nena" (expreción usada en referencia a la isla de Puerto Rico) , marcando primeros pasos justo entre el tumulto social y económico de la gran depresión de 1929. Eddie inició su carrera musical a la edad de ocho años, influenciado por la cultura musical caribeña recreada por su gente, y por la efervecencia de la cultura afroamericana de la misma Nueva York, marcando el inicio de su muy prolífica y exitosa trayectoria. Esta fusión de generos y manifestaciones musicales se observó en el concierto del pasado 16 de Octubre, iniciando el concierto con una adaptación de una pieza barroca de Johan Sebastian Bach, titulada Guige (Bach vá Batá), por supuesto con la maestría interpretativa, y el estilo de mezclar géneros, culturas, sabores, y por ende historia, con la cual este músico caracteriza su obra. El minueto barroco se metamorfoseó gradualmente, convirtiéndose en un amalgama rítmico, oscilando del guaguancó cubano, la guaracha borícua, el són montuno, la plena, la bomba y en ocasiones retornando al mismo jazz ortodoxo, aprendido de las calles mismas de la urbe neoyorquina. En voz del mismo autor, la cita de personalidades jazzísticas como Cal Tjader, Tito Puente estuvieron presentes al inicio de este regocijo instrumental, recordando pasados encuentros y sesiones improvisativas, evidenciando el calibre enorme de este artista universal. La presentación estuvo compuesta por una sección de jazz latino más que menos tradicional, y por otra de salsa, son, guaracha, mambo, con el sonido común de las grandes orquestas de música tropical, como aquellas que resonaron en las salas de baile en las décadas de los cuarenta y cincuenta, y que afamaron tanto la cultura afroantillana, particularmente la de la Cuba de Batista, y el mismo Puerto Rico. He escuchado decir que para apreciar la música latina en su máximo potencial se necesita haber vivido, o crecido con ella para tener algún contexto en referencia, que nos ligue o nos haga revivir determinado momento en nuestras historias personales. Algunos dirían que el tumbao (elemento rítmico ejecutado por el piano en un ensamble salsero) les transportaría a su adolescencia cuando se practicaban los pasos dancísticos, en preparación para la juerga dominical, siguiendo la síncopa acentuada producida por el aporreo percusivo del pianista. Otros se remontarían a recordar la casa del abuelo, la abuela, o el tío, donde nunca faltaba el radio viejo reproduciendo los metales soneros de la Sonora Matanzera o los Mambos de Alcarás. En lo personal, mientras escucho el vaivén de timbales, congas, trombones, flauta, y trompetas, lo único que me viene a la mente es la costa veracruzana delineada por interminables filas de palmeras, donde de niño pasé tantos largos veranos, y a la vez, el mismo San Juan Puerto Rico que robó mi aliento a primera vista, en la única visita que he hecho, y espero no la última. La agrupación fue conformada por una sección de metales, otra de percusiones incluyendo las congas, bongó, güiro, y timbales, así como una estupenda flautista, y contrabajo. Los vocales estuvieron a cargo de las figuras salseras, Wichy Camacho y Hermán Olivera, dos de los mejores cantantes tropicales.