MI ESPACIO PARA DIVAGAR

lunes, abril 10, 2006

De regreso a la duela

Demasiados meses llevo yá lidiando con un estrés infame que no ha hecho más que acumularse en pilas mounstruosas, manifestándose en en múltiples achaques físicos que no podría terminar de nombrar. Mi espalda se ha consolidado en un nudo rígido, con el cual ya me había empezado a acostumbrar, creyéndolo adherido permanentemente a este lomo castigado que más pareciera pertenecer a un sexagenario que a un veinteanero con infulas de anciano como yo. Las raíces de mi crisis físico existencial, detonaron con la pasarela de eventos catastróficos del pasado fin de año, pero nunca hubieran creado tanto estrago, si no hubiera estado tan desequilibrado en el aspecto físico y espiritual, que por tanto tiempo había descuidado en mi vida. No soy una persona religiosa en el sentido práctico, pues no tengo ninguna clase de actividad ritual que practique con regularidad, como podría ser el asistir a una sinagoga los domingos o asegurarme de encender las velas y partir el chala cada viernes, como solía hacer en mi pasada y ahora extinta vida judía. Las afiliaciones religiosas nunca me han interesado, pues creo que cada uno percive lo divino en formas distintas, y el imponer un metodo específico e inflexible de como venerar a Dios, me parece muy impersonal y poco viable si se intenta realmente alcanzar algún estado reflectivo y genuino. Fui criado católico cumpliendo con todos los requerimientos que impone la iglesia, como el bautismo, primera comunión y todos esos ritos, pero nunca me logré sentir inspirado transportado a ningun estado místico asistiendo a aquellas ceremonias. Siempre fue todo lo contrario, el grado de rigidez y solemnidad en esos templos repletos de escenas lastimeras y sangrientas, siempre me hicieron sentir chantajeado de algún modo. Cuando me casé como judío, y por compromiso adopté ciertos rituales de esa otra religión, descubrí que tampoco encontraba ahí ninguna gratificación espiritual signigicativa. En cambio, la meditación acompañada por la música y la danza, recordaba me hacían alcanzar verdaderos estados de paz y de equilibrio interior. Hace tiempo, solía hacer teatro, y un poco de danza, y muchas otras cosas que por azares del destino dejé de practicar. Hace mucho tiempo que no vivía el placer de sudar sobre la duela, forzando mi cuerpo explorando sus límites y potenciales, y enfocar el poder y la energía de mi cuerpo y mente que a veces me olvido que existen. El día de hoy recordé los días en que no había tal cosa como el estrés y la tensión muscular, que por tanto tiempo he llevado a cuestas. Finalmente después de tanta decídia y auto bloqueo, decidí empezar a hacer yoga dos veces por semana, y como por arte de mágia los nudos físicos y emocionales se comenzaron a disolver. Eso ha sido el dia de hoy, y sé que no hay guerra que se gane en un día (un pésimo ejemplo), bueno quiero decir que para empezar, ha funcionado de maravilla, pero para todo existe un proceso, incluso para olvidar las cosas buenas que nos apartan de uno mismo. Ojalá pudiera uno romper con esos procesos destructivos, muchas veces inconscientes que nos van minando poco a poco sin percatarnos.